Cuando di el primer paso (Formalicé la renuncia a mi trabajo) después de haber estado quemada por varios meses, pensé “lo estoy superando”. Si, habló de Burnout, de esa horrible sensación de que lo que haces no es suficiente y que todo está mal gracias a ti, cuando en realidad son un conjunto de factores los que nos llevan a tocar fondo.
Soportamos, soportamos y soportamos, porque creemos que no hay otra opción, porque estamos programados para emplearnos y para identificar oportunidades según lo que somos y los talentos que Dios nos ha entregado.
De repente, la vida misma nos invita a hacer una pausa: detenernos, respirar, reenfocarnos y luego seguir adelante, con la seguridad de que estamos dando lo mejor de nosotros.
En estos últimos meses me he permitido simplemente fluir. He retomado cosas que por el afán diario había dejado en pausa, he dedicado más tiempo a Dios y también a mí misma y todo lo que me hace feliz. Hoy, con esa reconexión en mi interior, sé que estaré más que preparada para recibir todas las promesas que en mi caso Dios me ha entregado.
Así nació esta Melaka, inspirada en esas manifestaciones de la naturaleza que, en su infinita sabiduría y confianza en quien las creó, nos enseñan a fluir. Como el mar, que en su llegada besa suavemente a la orilla sin resistencias. Como el viento, que danza libre entre los árboles. Como el sol, que cada tarde se entrega al horizonte sin miedo, sin afán, plenamente consciente de que su luz no desaparece, sino que renace en un nuevo amanecer.
Así es la vida: un vaivén de ciclos donde soltar es tan necesario como brillar.
Si estás viviendo un momento similar, hoy quiero recordarte que no estás sol@. El burnout no define quién eres, sólo señala que necesitas algo diferente: más cuidado, más verdad, más presencia.
Te invito a hacer una pausa, respirar profundo y preguntarte:
¿Qué necesitas soltar para volver a brillar?
Si este blog resonó contigo, te invito a seguir acompañándome en este camino. Aquí encontrarás espacio para el corazón, inspiración desde la naturaleza, y el arte como refugio.
Porque muchas veces, volver a nosotros es el primer paso hacia todo lo que merecemos.